El
mito del hombre lobo (a veces también conocido como licántropo, aunque hay que verlos como dos términos diferentes ya que se considera a la
licantropía como una enfermedad psicológica real) es uno de los mitos más
antiguos referentes a criaturas sobrenaturales, contado desde hace mucho
tiempo, y con una enorme presencia en la literatura, y más recientemente popularizado en el
cine o la televisión. Este mito es tan viejo y tan ampliamente propagado como el
mito del vampiro, ya que se ha extendido por el mundo desde hace muchos siglos,
con pequeñas diferencias dependiendo el país o el momento histórico en que se
cuente, pero siempre con el factor común de producir terribles anécdotas de violencia
y/o destrucción, y siempre en noches de
luna llena. Prácticamente en todas las mitologías existen leyendas relacionadas
con esta figura. Todas tienen en común la aparición transitoria de
características de esta u otras bestias en el hombre. Sirvan de ejemplo el hombre tigre del noroeste argentino y
Paraguay, o el hombre leopardo africano. De hecho, todavía en la actualidad mucha
gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de criaturas sobrenaturales.
Según el folklore europeo, un hombre lobo es, a grandes rasgos, un
hombre que se convertía en lobo por la noche (durante las noches de luna llena)
y devoraba animales (fundamentalmente ovejas), y personas o cadáveres, pero que
podía volver a su forma humana durante el día. Algunos hombres lobo cambian de
forma a voluntad; otros, en quienes la condición es hereditaria o adquirida por
haber sido mordido por un hombre lobo, cambian de forma involuntariamente, bajo
la influencia de la luna llena. Las características típicas del animal son la
ferocidad, la fuerza, la astucia, la rapidez, la violencia y la resistencia. Según
las creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto
animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, durante el horario
nocturno.
La creencia en los hombres lobo se encuentra
en todo el mundo y existe una condición psiquiátrica en la que una persona cree
que es un lobo la cual se conoce con el nombre de licantropía. Según esta
condición, El paciente aquejado de licantropía, o licántropo, es en sí un ser
humano normal pero el desequilibrio psicológico le hace pensar que es un animal
(en este caso un lobo) y actuar en consecuencia, cometiendo crímenes violentos tales
como el asesinato y el canibalismo. Ya en el siglo II se detectaron casos de
licantropía, que Marcellus de Sidón describió como “una especie de melancolía”.
La leyenda del hombre lobo se vio propagada entonces, una vez que se “comprobaron”
los efectos que la luna llena tenía en el comportamiento de las personas. Y por
supuesto, así como había juicios a las mujeres acusadas de brujas, también los había a personas acusadas de ser hombres lobo. No eran tan poco comunes como se intenta hacer creer en la mayoría de las fuentes, y se extendieron hasta el siglo XVIII.
La
leyenda del hombre lobo se remonta hasta la antigüedad. En el año 1 a.n.e. el
poeta romano Ovidio escribió Las Metamorfosis (poema compuesto por 15 libros),
en el primer libro nos contaba la historia del rey Licaón , rey de Arcadia, en
el Peloponeso– cuyo nombre dio origen
al término licántropo, derivados de las palabras griegas lýkos (lobo) y
ánthropos (hombre).– un hombre
religioso y culto, que llevó su devoción al extremo, tras haber sacrificado a
todos sus hijos (que superaban la cincuentena) como ofrenda a Zeus para, acto seguido, practicar la antropofagia, al comerse las entrañas de los
pequeños.Tampoco se libraban de su hostilidad salvaje aquellos forasteros que llegaban hasta su reino. Sin embargo Zeus lo castigó por sus actos convirtiéndolo en un hombre lobo.
Varios
son los relatos en torno a Licaón, siendo una de ellas la de Plinio el Viejo,
aunque en ningún momento de su escrito menciona el nombre del rey de Arcadia. En su historia Licaón ofendió a los dioses sirviéndoles carne humana para cenar.
Fue castigado por ello convirtiéndose en hombre lobo, de esta manera siguió con
sus crueles asesinatos ya sin su forma humana. Cada 10
años, si no había comido carne humana en ese tiempo, podía volver a su forma humana,
pero cada vez que llegaba ese momento el aprovechaba para retomar sus ritos y
sacrificios. Con cada luna llena Licaón salía al claro del bosque y aullaba a
Zeus para que éste le perdonase.
La
Europa del norte dio un papel relevante al lobo en sus antiguas mitologías.
Odín, la máxima divinidad del panteón nórdico, tiene dos lobos a su servicio y
a su vez un gigantesco lobo llamado Fenrir lo devorará al final de los tiempos.
Durante siglos fueron temidos los “berserker” escandinavos, guerreros
consagrados a Odín que adquirían la fuerza y atributos del lobo al vestirse con
su piel para entrar en combate.
Pero no fue hasta la Edad Media cuando el
fenómeno de los hombres lobo pasó a ser parte de las leyendas populares, su
principal foco fue el centro y norte de Europa y las causas que hicieron que
este fenómeno se propagase con tanta rapidez fue principalmente el gran índice
de analfabetismo y la transmisión de la historia persona a persona. Como la
pobreza, la hambruna y la insalubridad eran muy comunes en esta época, el
ganado era fuente de gran riqueza entre la población, la presencia del lobo era
entonces motivo de temor, pues no solo era peligroso para el ganado sino que también
acostumbraba a atacar a mujeres y niños que se aventuraban solos en los bosques
(de hecho la mayor parte de los ataques atribuídos a hombres lobo fueron realizados a
mujeres y niños) y es en estas circunstancias, en este clima de terror, donde surge
la leyenda del hombre lobo, motivada tal vez por la astucia de los lobos, por
el miedo a un animal que caza en manada y con gran precisión, y sobre todo a
determinados crímenes realizados por los hombres, asesinatos de mujeres y
niños que se encontraban indefensos en el bosque. A partir de la Edad Media y
el triunfo del cristianismo con toda su absurda paranoia, se consolidó la
asociación del lobo con Satanás, la oscuridad y pecados como la ira o la gula,
lo que supuso una persecución implacable contra los acusados de transformarse
en este animal maldito. La iglesia y su inquisición en su "cruzada"
contra toda fuente de mal, establecía sentencias horribles e inhumanas sobre las personas
sobre las que se imputaba la acusación de ser un hombre lobo, desatando una
situación de temor mucho peor que la que ocasionó el mito en sí.
Entre finales del siglo XVI y la primera
mitad del XVII, cuando una auténtica epidemia de licantropía especialmente
fuerte en Francia hizo que cerca de treinta mil personas fueran procesadas,
torturadas y ejecutadas bajo la acusación de convertirse en lobos y cometer
terribles crímenes de asesinato y canibalismo al servicio del demonio. En 1764
apareció, en el distrito de Gevaudan, al sur de Francia, la llamada “Bestia de
Gevaudan”, donde entre 1764 y 1767 devoró a 121 personas. La crisis llegó a tal
punto que el rey Luis XV se involucró y ofreció una cuantiosa recompensa por la
criatura. La mayoría pensaba que era un hombre lobo, e incluso se pidió al
ejército y a un grupo de cazadores que se encargaran de la bestia. El horror
llegó a su fin el 19 de junio de 1767, cuando el granjero Jean Chastel mató con
tres balas de plata a un animal descrito como de cabeza ancha, hocico y orejas
puntiagudas, pelo rojizo y con una raya negra sobre el lomo. Lo de las balas de plata se debe a que según la creencia era la manera de eliminar a los hombres lobos, aunque no existe evidencia alguna de que las balas de plata hagan más daño que las comunes, ni tampoco el origen de este método., quizás a la plata se le atribuían propiedades místicas debido a su escasez en estado natural, o porque era frecuentemente relacionada con la luna. Sin embargo, el
cadáver se pudrió antes de que pudiera ser embalsamado y estudiado, por lo que
la verdadera especie de la “Bestia de Gévaudan” no pudo ser confirmada, pero es
muy probable que se tratara de un lobo, un híbrido entre lobo y perro o incluso
una hiena o una pantera.
Existe
una enfermedad real, que puede haber contribuido también a la creación del mito:
la Hipertricosis (o Síndrome del hombre lobo).
La
hipertricosis es la presencia de pelo o vello (tanto en cantidad como en grosor),
excesivo y anormal en lugares del cuerpo o la cara que no suelen presentarlo. La
hipertricosis es una enfermedad rara y un problema estético que suele ser
hereditaria (está ligada al cromosoma X, en este caso el pelo es grueso,
especialmente en la cara), aunque no supone un riesgo para la salud. También
puede aparecer por causas adquiridas o ser una manifestación cutánea de una
enfermedad sistémica. Puede ser localizada pero en sus formas más extremas es
generalizada salvo en las palmas de las manos y las plantas de los pies. El
único tratamiento posible para la hipertricosis es el afeitado o la depilación,
aunque ello implica que el pelo volverá a crecer. No obstante, para que no
crezca de nuevo, se puede recurrir a
técnicas de depilación por láser (depilación permanente o definitiva). El aspecto
de la enfermedad es realmente el de los figurados hombres lobos como se puede
ver en imágenes tomadas a algunas de las poquísimas personas que se han visto
afectadas a lo largo de la historia por esta patología (apenas se han algunos
centenares de casos).
Cabe
destacar que quienes han padecido dicha dolencia no han tenido ningún brote
psicótico en el que hayan atacado o asesinado a nadie. Dicho de otra forma,
nada tiene que ver la apariencia lobezna que da la hipertricosis con el
salvajismo de los supuestos hombres lobo.
Muy buen artículo, en sudamérica existe el mito del "Lobizón" entre Uruguay y Argentina si mal no recuerdo. Saludos. :-)
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario y si, tendré que intentar recabar más información sobre el mito del Lobizón para continuar aprendiendo. ¡Saludos!
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